Se estima que para el año 2050, más de la mitad de la población mundial podría ser miope. Además la edad de aparición se va adelantando, cada vez tenemos niños miopes a edades más tempranas y cuanto antes sea el inicio de la miopía, más alta será. Por ejemplo, si con 7 años un niño tiene 1dp de miopía, estadísticamente a los 16 años tendrá 6dp, mientras que si es a los 11 años cuando tiene 1dp, a los 16 tendrá 3dp.
Esto es debido a distintos motivos. Los factores genéticos son muy importantes, de hecho si uno de los progenitores es miope, la posibilidad de que los hijos sean miopes se multiplica por tres, pero en el caso de que los dos progenitores sean miopes este valor se multiplica por seis. Pero además de los factores genéticos, es muy importante el estilo de vida que llevamos en la sociedad actual, se cree que la baja actividad al aire libre que realizan nuestros hijos, la frecuente actividad en visión próxima y la falta de iluminación correcta, son los factores ambientales más importantes que afectan al desarrollo de la miopía.
El desarrollo de nuevas tecnologías ha permitido investigaciones en las que se ha demostrado que este aumento de miopía en niños está relacionado con el aumento de la longitud del ojo. Esto a su vez produce un estiramiento de las fibras de la retina, pudiendo desembocar en problemas más graves como el desprendimiento de retina y de degeneración macular miopica, siendo el mayor el riesgo de desarrollar estas enfermedades cuanto mayor sea la miopía (por ejemplo, una persona con 8dp de miopía, tiene 10 veces más riesgo de padecer patología que una persona con 4dp). De ahí la importancia de controlar la miopía, ya no solo por que los niños tengan una mejor visión, sino para poder prevenir problemas oculares en un futuro.
Actualmente disponemos de varios métodos que nos permiten retener este avance de la miopía siendo estos principalmente lentes de contacto, lentes oftálmicas y tratamientos con colirios. Os explicamos mejor en qué consiste cada uno de ellos:
- Lentes de contacto: quizá las más habituales y que pueden ser de diferentes tipos:
- Blandas desechables de uso diurno (diarias, mensuales, trimestrales…) que disponen de un diseño especial con el que producen en la retina un desenfoque en la periferia que disminuye el crecimiento del ojo.
- Semirrígidas, empleadas en tratamientos de ortoqueratología cuyo diseño produce un aplanamiento de la zona central de la córnea, permitiéndonos utilizar las lentes de contacto mientras dormimos, ya que el material con el que se fabrican nos permite esta posibilidad, y durante el día no tendremos que utilizar ninguna compensación de nuestra graduación debido a ese aplanamiento.
- Lentes oftálmicas que son lentes para usar en gafa, se fabrican con distintas zonas de enfoque concéntricas para que el control de miopía se realice con el efecto de desenfoque periférico en retina similar al que originan las lentes de contacto.
- Colirios: por último, el tratamiento con colirio se realiza mediante atropina, que dilata la pupila y controla también el crecimiento del ojo y por añadidura el desarrollo de la miopía.
Cabe decir también que la utilización de estos tratamientos puede hacerse combinando varios de ellos, por ejemplo, lentes de contacto blandas y lentes oftálmicas o uso de colirio con alguno de los otros tratamientos, en caso de necesidad.
Con toda esta información podemos preguntarnos, ¿Qué método sería el más conveniente para mi hijo?
Pues bien esto, dependerá de varios factores. Tendremos que tener en cuenta la efectividad de los métodos de tratamiento, efectos secundarios y complicaciones que puedan tener cada uno de ellos, estilo de vida del niño, hobbies, gustos, etc.
Lo ideal es analizar cada caso de forma individual para poder elegir la opción mejor en cada caso. El objetivo final debe ser que los niños con riesgo a desarrollar miopía puedan estar casi permanentemente utilizando algún método para evitar que esa miopía evolucione o en su defecto que evolucione lo menos posible.